El garabato inicial
se volvía palabra
cuando, sin pensarlo,
en el margen de la hoja
de tu cuaderno de estudiante,
navegabas inconsciente por su nombre,
sin barco, sin velas, ni diáfanas mañanas,
expulsando placentero el amor
que tenías tan callado.
Elisabet Cincotta
24/09/1005
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