Aquella báscula no pudo reprimir su enfado. Cuando quise comprobar mi peso y la coloqué en medio de la habitación creyó que iba a cumplir sus labores profesionales.
Contrariada por su inactividad, interrumpió mi silenciosa espera con una salida de tono inesperada:
-Bueno, ¿te subes o no te subes?
1 comentario:
Genial.
Publicar un comentario