
Desgarrante la llama se extiende,
come paredes y ventanas.
Gustosa, sacia su apetito,
devora el pasado y el futuro en un instante.
Cada mueble acelera su locura
destructora, sin pudor y sin vergüenza.
Oscurece el cielo de la noche
dejando en la miseria a los ocupantes silenciosos
de su vertiginosa alegría.
ELISABET CINCOTTA
29/09/2005
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