Dovelas unidas con silencio van construyendo almenas azotadas por la ausencia; las fuentes de cantera manan las sombras de la noche y la soledad resbala por las cornisas.
La casa está vacía, vacías las habitaciones: las duelas gimen ecos de pisadas ausentes que la luna alumbra a través de los vanos sin puertas ni ventanas.
La pintura de las paredes descascara caricias sin manos, la chimenea acumula inviernos entre rescoldos extintos, y aún el viento tiene miedo de entrar.
Entre la breña enmohece su tristeza una aldaba, y las fuentes de cantera siguen manando las sombras de la noche.
La calle de la casa, ni siquiera tiene nombre.
Issa Martínez
La casa está vacía, vacías las habitaciones: las duelas gimen ecos de pisadas ausentes que la luna alumbra a través de los vanos sin puertas ni ventanas.
La pintura de las paredes descascara caricias sin manos, la chimenea acumula inviernos entre rescoldos extintos, y aún el viento tiene miedo de entrar.
Entre la breña enmohece su tristeza una aldaba, y las fuentes de cantera siguen manando las sombras de la noche.
La calle de la casa, ni siquiera tiene nombre.
Issa Martínez
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