Dijo el poeta que Estrella es Fernández, y me quedé pensando en eso. Y por qué elegir Estrella para no ser Fernández.
De pronto una luz inundó la cocina. Unos hados, sí hados , así se auto llamaron: hados nacimiento. Entre mate y torta frita me contaron que este Jorge Luis podría ser Fernández, pero no, de puro retobado fue Estrella.
Él moraba feliz en el útero materno, y de allí no quería salir. Pasó y pasó el tiempo, y este niño complacido con la uteritud no daba señales de nacer. Nada le faltaba y cuando espiaba el afuera más se aferraba al adentro.
Un día su madre, ya cansada, le mandó un ultimátum: O nacés o te nacemos!!!
Sin más opción decidió nacerse, alisó la barba, vistió siete pulóveres y lloró.
Dicen algunas lenguas que la madre, mujer culta y cariñosa, paraleló este parimiento con el nacimiento de una Nova De ahí que lo llamó Estrella. Es por eso que este mundo tiene un Fernández menos y un -a- Estrella más.
Elisabet Cincotta
No hay comentarios:
Publicar un comentario