Caminé tus calles buscando la quimera de antaño. Desierto pavimento mi cuadra, sin adoquines, vacío silente elevaba adustos edificios. Mi puerta, dónde estaba, en su lugar un baldío, las rejas verdes que acunaron mis divagaciones futuras, no existían. Me dolió el ruido solitario.
Busqué a mis amigos, las figuritas, el hoyo para las bolitas, el carrito, ruedas de rulemanes que mi padre hizo una mañana lluviosa. Siesta de niño navegando imágenes.
Quería a mamarte, barrio, cobijarme en tus brazos, ya no eras el de antes.
Me fui magullando palabras desde el torrentoso fuego sanguíneo de mi ausencia. Vos resurgiste, desde cemento, el adobe para llorar por mí esa tarde.
Elisabet Cincotta
26/01/2006
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