Elisabet Cincotta
Muere ante los ojos el antiguo edificio, sus cimientos se desgranan por el tiempo. Ruidosamente se repliegan las paredes, cada caño se retuerce. Muere como con rabia, con crueldad muere. Vestigios acumulados de historias en sus destruidos muros sobresalen como puntas hirientes. Imposible no mirarlo, es el tiempo que ha pasado, es el fin de algunas glorias.
Me siento en la vereda de enfrente, lo observo con mi copa de vino entre las manos. Brindo por él, por su victoria... ¿yo me habré salvado?
Elisabet Cincotta
13/09/2005
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